20.10.14

¿Mejorar o reducir expectativas?

Germán Alarco

(Diario Uno, 17/10/2014, p.13)

 Los poderes económicos y mediáticos en alianza con consultoras e investigadores de algunas universidades privadas están en campaña. Quieren convencer a la Sociedad de que la flexibilidad laboral, la reducción de costos laborales y de impuestos son buenas para los trabajadores dependientes y en especial para los informales. Aducen que las remuneraciones, elevadas cargas sociales y tributos desalientan los niveles de contratación y de actividad económica. Tienen argumentos similares a los ofertistas que dirigieron la política económica durante el gobierno de R. Reagan (1981-1989). Sin embargo, aquí son más burdos ya que simplemente pretenderían elevar la rentabilidad del capital a costa del otro factor de la producción con el objetivo, al parecer, de promover la inversión privada.

Los empresarios se equivocan al insistir en el camino de debilitar más a los trabajadores -tal como se hace desde más de dos décadas- y el gobierno en repetir hasta el cansancio que la situación económica está mejorando para modificar las expectativas de la inversión privada. Ambos deben reconocer que el panorama futuro no se ve bien. Los precios de las materias primas estarían entre estancados y a la baja, las tasas de interés al alza, habría una probable salida de capitales adelantándose a que la FED comience a subir su tasa de referencia y habría que sumar, si se concretan los pedidos empresariales, menor demanda interna, reducción del tamaño y de la capacidad de gasto del Estado. La fórmula perfecta para que las metas de crecimiento para el 2015 se vaporicen rápidamente.

El gobierno y los empresarios deben cambiar hacia un discurso realista que relieve la función de un empresario en términos de su contribución a la creación e innovación de nuevos productos y procesos de producción (Schumpeter, 1967[1934]). Estas son funciones diferentes a las de un capitalista, rentista o gerente y se realizan con independencia de que los tiempos sean buenos o malos. Nos aproximamos a precios internacionales de los productos mineros anteriores al boom de 2007, pero también antes eran actividades rentables. Ya hemos señalado que las tasas de rentabilidad han caído, pero estas seguirán siendo superiores a los estándares internacionales. Hay muchos sectores internos y para la exportación no tradicional donde invertir, más aún con el apoyo de la depreciación de la moneda nacional

No hay razón para asustarse. Simplemente se debe recordar que las tasas de rentabilidad efectivas y esperadas suben y bajan y que los negocios deben continuar. Una mayor rentabilidad a costa de los trabajadores y sus derechos es política cortoplacista, ya que se agota sola por la falta de mercados o a través de la agudización de los conflictos sociales.

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