20.4.15

Comportamiento asimétrico

Germán Alarco

(Diario Uno, 17/4/2015, p.9)


Un hecho significativo de la semana pasada fue la publicación de un virulento editorial del decano de la prensa nacional contra la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP). En este se les acusó de no representar a los trabajadores, delirar, y ser culpables de la falta de acceso al empleo formal de las grandes mayorías no representadas por gremio alguno. A pesar de los agravios y mentiras fue útil para dejar más clara la posición de ese grupo económico y mediático con relación a los trabajadores. Mientras se agraviaba a esa organización, el pasado fin de semana se asignó página completa a una entrevista al presidente de las diversas asociaciones de empresarios del país (CONFIEP). ¿Por qué se asigna espacio a unos y se agravia a los otros?

Con este comportamiento asimétrico se olvida el necesario balance que debe existir entre los diferentes componentes o factores que participan en la producción: trabajo y capital. Asimismo, el editorial del decano nos retrocedió en la historia más de un siglo hasta antes de la lucha por la jornada de las 8 horas, la sindicalización como mecanismo de legítima defensa y los otros derechos laborales. Para suerte de todos, estos temas forman parte del derecho laboral internacional, de los derechos humanos, de la Constitución Política y aún de las normas laborales que buscan relajar. Por otra parte, imputan a la sindicalización la culpa de la informalidad, soslayando que esta se origina en la baja capitalización y productividad de la mayor parte de la población económicamente activa. Tampoco mencionan que la reducida sindicalización se profundizó por todas las políticas antilaborales implantadas a partir de los años noventa.

La visión del decano va más allá de lo señalado en la teoría económica neoclásica, donde el trabajo y capital son considerados separada e individualmente. Son actores atomizados, olvidándose que unos son más poderosos que los otros. Ahora hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) a través de un estudio de Jaumotte y Osorio (2015) identifican que la reducida tasa de sindicalización y los salarios mínimos más reducidos traen aparejada una mayor participación de los grupos de más altos ingresos. La menor sindicalización conduce a una mayor desigualdad. Asimismo, sólo en 3 de los 17 estudios reseñados por estos autores se observó una asociación robusta entre densidad sindical  y un desempleo más elevado.

Aún para el FMI, la mayor desigualdad se vincula con un crecimiento más bajo y menos sostenible en el mediano plazo (Ostry, Berg y Tsangarides, 2014). La sindicalización y el salario mínimo son útiles contra la elevada desigualdad. Sin embargo, quizás todo esto es demasiada información cuando sólo predominan la ideología y los intereses de los que más tienen.

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