4.8.14

El Pantano Primario-Exportador

Jurgen Schuldt

Cuando evaluamos las perspectivas de la economía peruana, al margen de los aciagos factores domésticos que vienen desacelerándola, nos limitamos a observar el desempeño del PBI de las economías que más demandan los productos primarios en los que nos hemos especializado. De donde extraemos conclusiones sobre la posible evolución económica a partir de las tendencias del valor -y particularmente de los precios- de nuestras exportaciones, especialmente de las minero-hidrocarburíferas. Esas consideraciones han llevado a la conclusión que la actual desaceleración –que se considera transitoria- es atribuible en gran medida al ralo crecimiento de la Unión Europea, China, Sudeste Asiático y EEUU.

El error que se comete cuando se realiza este tipo de pronósticos se debe al hecho que no se considera el lado de la producción global de las commodities en que destacamos como exportadores. De hacer este tipo de análisis nos encontraríamos con dos sorpresas.

De un lado, que los propios países avanzados están incrementando la producción de esos productos vitales (como el cobre y los hidrocarburos) para reducir su dependencia externa relativa y para animar sus economías, con lo que –aparte de su magro crecimiento doméstico- vienen demandando menores volúmenes de esas materias primas en el mercado internacional en general y en el peruano en particular. De otra parte, y más peligrosamente a mediano plazo, ignoramos que lo mismo viene sucediendo –y cada vez más generalizadamente- en las economías primario-exportadoras emergentes y atrasadas del África y Latinoamérica, con lo que viene aumentando la oferta mundial de los productos que nosotros exportamos. De ambos procesos, de la desaceleración de la demanda de los países desarrollados y del aumento de la oferta de los subdesarrollados, procede la caída delos precios de nuestras principales exportaciones, especialmente de las mineras.

Sirva la producción mundial de cobre como ejemplo ilustrativo de esa evolución tan perjudicial por insistir en especializarnos exageradamente en la primario-exportación. Resultado, por cierto, de nuestra ciega confianza en los «libres» mercados internacionales que efectivamente desarrollaron nuestras ventajas comparativas estáticas, en vez de buscar las de corte dinámico y de desarrollo de los mercados internos.

En la Tabla adjunta se observa que, en los cuatro años de lo que va de la presente década (2010-2013), el quantum cuprífero a escala global aumentó en 11,2% (1’800.000 toneladas). La participación del Perú en ese total ha caído paulatinamente a un magro 7,3% del total (8,1% en 2008), debido a que la producción apenas aumentó en 50.000 toneladas. En cambio, en ese cuatrienio se dieron incrementos sustanciales en varios países avanzados y en muchos emergentes y subdesarrollados,una parte de los cuales ha llevado a una desaceleración de la demanda global y la otra alimentó la acelerada expansión de la oferta global, con el consiguiente desplome de los precios del cobre. Como tal, contra lo que se afirma a diario, no se trata de un fenómeno coyuntural y pasajero, sino de uno que nos amenazará a lo largo de toda esta década, especialmente por el interés y la diversificación de la inversión extranjera dirigida a explotar el mineral en zonas «nuevas», cuya mayor docilidad regulatoria está permitiéndoles obtener rendimientos mayores. 

Considerando únicamente los más importantes productores, tenemos lo siguiente: Entre las economías «avanzadas» destacan los incrementos de la producción cuprífera de Rusia (32.3%), Canadá (20%), EEUU (9,9%) y Australia (13,8%) en 570.000 toneladas (31,7% del total del cuatrienio), casi la mitad de los cuales corresponden a Rusia. Entre las «emergentes» y «subdesarrollados» destacan Chile (4,2%, que aumentó su producción en 280.000 toneladas), China (38,7%: 460.000 t), Perú (4%: 50.000 t), Congo (162,4%: 560.000 t), Zambia (20,3%: 140.000 t), México (84,6%: 220.000 t) y Kazajistán (15,8%: 60.000 t), que incrementaron la producción para el mercado mundial en más de dos terceras partes del incremento total (Véase la Tabla adjunta). 

Es este último proceso de los países «emergentes» el que nos interesa resaltar aquí, porque se trata de una tendencia que ya nos viene afectando y que nos impactará para peor a mediano y largo plazo, a medida que más y más países subdesarrollados de la exUnión Soviética, Este Asiático, África y Latinoamérica se vienen plegando a esta modalidad primario-exportadora de insertarse o ampliar su participación en la Nueva División Internacional del Trabajo. 

Es fácil observar que algo similar al cobre viene sucediendo con la producción mundial del petróleo, gas, oro y demás minerales que representan una parte sustancial de nuestra canasta de exportaciones. Por lo que todas las proyecciones de corto y mediano plazo de los precios de nuestras principales exportaciones mineras tenderán a seguir cayendo a lo largo de esta década (y bastante más de lo que proyectan los organismos internacionales). Por lo que, como consecuencia de la caída de la tasa de ganancia, no nos sorprendería que, entre otros, una serie de proyectos cupríferos se posterguen o que incluso se cancelen por tiempo indeterminado en el Perú. Tales como los que se piensan iniciar en 2015 y 2016: Constancia, Tía María, las Bambas (que ya pasó a manos chinas) y las ampliaciones de Toquepala y Cerro Verde, en las que tantas esperanzas abriga el gobierno y quienes creen en el extractivismo minero-hidrocarburífero.

Producción mundial de cobre, 2010-2013
(Miles de toneladas)
País
2010
2011
2012
2013
Chile
5,420
5,420
5,430
5,700
China
1,190
1,190
1,630
1,650
Perú
1,250
1,220
1,300
1,300
Estados Unidos
1,110
1,120
1,170
1,220
Australia
870
940
958
990
Rusia
703
710
883
930
Congo Democrático
343
520
600
900
Zambia
690
715
690
830
Canadá
525
550
579
630
México
260
365
440
480
Kazajistán
380
360
424
440
Polonia
425
425
427
430
Indonesia
872
625
360
380
Resto de países
2,062
2,140
2,009
2,020
Total mundial
16,100
16,300
16,900
17,900

Una vez más, por tanto, la excesiva concentración de nuestro aparato productivo en la primario-exportación, a pesar de los auspiciosos primeros años de bonanza,se ha convertido en un callejón sin salida. Tratándose de materias primas estratégicas, son cada vez más los proyectos que vienen surgiendo en otros países emergentes, lo que nos está conduciendo a lo que técnicamente se conoce como un proceso de«competencia de fondo de pozo». Las empresas transnacionales siguen invadiendo aceleradamente todos los espacios «fáciles» del mundo para asegurarles los recursos requeridos a las economías más desarrolladas, en el que las economías más atrasadas o que se empantanaron en la «trampa de ingresos medios» se ofrecen –sin imponer mayores condiciones- para albergar esas inversiones extranjeras para que exploten sus ingentes recursos naturales sin mayores contemplaciones. Especialmente para hacerse de los más vitales para la adecuada marcha de las economías avanzadas (cobre y petróleo).

Este proceso ya venía desplegándose en varias partes de Latinoamérica y África mientras nosotros nos dormíamos en nuestros laureles de cobrizas y doradas hojas durante veinte años, ilusionándonos en que el auge de los precios internacionales de nuestras materias primas nunca acabaría (aunque sí está acabando con preciosos recursos que nuestros nietos no entenderán cómo los vendimos a «precio huevo»). El «piloto automático» –si bien equivocadamente direccionado- fue una clara muestra de esa expectativa. La que estaba aparentemente justificada por los borbotones de divisas e impuestos que venía generando a lo largo de estos últimos años de bonanza macroeconómica y que –como recién se percatan nuestros gobernantes- fueron desaprovechados en gran medida para diversificar nuestra economía y ampliar nuestro mercado interno.

Ahora que estamos cayendo en esa pantano-competencia, queremos escapar pataleando desesperadamente, lo que no hará sino llevarnos al fondo de pozo por insistir en la gatoparda política de implementar «cambios para que nada cambie» y que, por tanto, no es sino un intento desesperado por  asegurar el continuismo primario-exportador. Sorprendentemente, a pesar de las consecuencias a que está dando lugar la maldita maldición de los recursos naturales, los ideólogos nativos del extractivismo chato siguen impulsándolo como medio para aterrizar en el paraíso.

En esas circunstancias nuestros gobiernos, y más aún los de nuestros competidores más recientes del hemisferio sur, están implementando acrobacias cada vez más aventuradas para atraer o incrementar la inversión extranjera directa (IED). Para ese efecto vienen reduciendo paulatina y desesperadamente las condiciones y exigencias para que ingrese o se mantenga –a toda costa- en el país la IED. Lo que nos llevará cada vez más al fondo del pantano, porque cuanto más pataleamos, más profundamente nos vamos hundiendo –acompañados por nuestros nuevos contendientes- en las honduras del pozo. 

Todo ello resultado de medidas -«paquetes» los llaman ahora- que permitan aumentar nuestra «competitividad» espuria: liberalizar el mercado de trabajo, reducir las exigencias de las normas medioambientales, otorgar concesiones sin condiciones, recortar selectivamente y hasta exonerar impuestos, mostrar ojos bizcos frente a la corrupción,abrir aún más la economía, privatizar la educación y la salud, contener  los aumentos de la RMV, suavizar o eliminar toda regulación que permita bajar costos, etc. Es decir, cancha libre para el capital foráneo, especial aunque no solamente si explotan o vienen a ocupar zonas minero-hidrocarburíferas. 

Parece un juego inteligente, pero sus actores no se percatan de la creciente competencia de otros países primario-exportadores. Esa política que baja las vallas para la IED o instaura medidas para atraerla, también es conocida como “beggar thy neibhor policy”. Ésta se aplicaba entre las dos grandes guerras entre los países altamente industrializados para ganarles los mercados internacionales a sus vecinos. Entonces devaluaban el tipo de cambio y aumentaban los aranceles, uno tras otro… en un círculo vicioso en el que todos terminaron perdiendo. Se trataba, como hoy de otra manera, del célebre «dilema del prisionero» de la teoría de juegos.

De ahí que, por decir lo menos, resulta muy ingenuo creer y esperanzarse en que la minería pueda sacarnos del fangoso atolladero al que estamos deslizándonos. Pero, por ignorar una de las principales causas de nuestra desaceleración macroeconómica, se dan manotazos de ahogado. Ahora se promulgan medidas económicas y administrativas que no son más que placebos para evitar la desaceleración y que paradójicamente nos llevarán al despeñadero. 

Finalmente, en el marco de esa pesimista visión presente, parecería surgir una luz al final del túnel: la «Diversificación Productiva» propuesta por el Ministro de la Producción. Desafortunadamente, con el reciente cambio de Gabinete, no quedará sino en el papel por falta de tiempo y otros motivos, aún si recibe el respaldo político que requiere y que no parece tener. Y es que el «modelo» está enraizado profundamente en el país, económica, jurídica, política y hasta psicosocialmente. Proceso que se ha ido desenvolviendo desde la Constitución de 1993, a la que le siguieron –durante veinte años- infinidad de organizaciones e instituciones (reglas de juego) que están sirviendo como camisa de fuerza para sostener la primario-exportación. A lo que se añade la propia dinámica productiva endógena de nuestra economía extractivista, que posee mecanismos de retroalimentación que dificultan cualquier cambio de timón, especialmente por los inamovibles intereses de los nuevos dueños del Perú y sus aliados internos y foráneos; y, como es evidente, por la mentalidad cortoplacista (técnicamente: «descuento hiperbólico») de los políticos de todas las tiendas, lo que no abona a su favor a falta de una visión de largo plazo. 

Por ello, muy a nuestro pesar, creemos que son muy pocas las probabilidades para que se cambie de rumbo en esa ruta producrtivo-diversificadora y demanda-amplificadora, iniciando una transición basada en ventajas comparativas dinámicas y potenciada por el desarrollo del mercado doméstico. Pero, optimistas como somos, creemos en la posibilidad que aparezca un «Cisne Negro» de los de Nassim Taleb, que ojalá no culmine –indicios no faltan- en un gobierno altamente autoritario.

***
NOTA: Una versión algo más breve de este texto fue publicada, con el título «Mala noticia: la crisis peruana no es coyuntural», en el semanario Hildebrandt en sus Trece, julio 25, 2014; p. 15.



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