22.6.15

Tía María y la falacia de los costos hundidos

Jurgen Schuldt
22 de junio de 2015

(Una versión condensada de este artículo ha sido publicada en El Comercio el día de hoy en la página A24: http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/tia-maria-y-efecto-concorde-jurgen-schuldt-noticia-1820359?ref=nota_opinion&ft=mod_interesa&e=foto).

Un concepto básico de la teoría microeconómica es el de “costos hundidos”. Como argumentaremos, adecuadamente aplicado al caso de Tía María, permitiría fundamentar que sería irracional que la Southern continúe con ese proyecto en las condiciones actuales. Ilustremos la noción con algunos ejemplos para justificar la sensatez de suspenderlo definitivamente.

Fulano compró un bello libro, pero a poco de leer las densas primeras páginas lo dejó de lado para siempre. Mengano adquirió una entrada a la ópera y, tras unas pocas voces desafinadas, dejó el teatro. Zutano cumplió dos años estudiando economía, pero se cambió de Facultad, desilusionado de la carrera. De manera que, a pesar del tiempo, energía y/o dinero que gastó cada uno -y que representan los “costos hundidos”- decidieron renunciar a sus propósitos y expectativas originales. Paradójicamente estas decisiones aparentemente absurdas son ilustrativas de un comportamiento perfectamente racional porque cada uno de ellos, con buenos motivos, percibió que habría asignado demasiado tiempo-energía-dinero de continuar con esas actividades, cuando podría asignarlo a actividades más satisfactorias. 

Pero, las mencionadas decisiones “correctas” no parecen ser comunes. En la práctica, resulta que –siguiendo con los ejemplos mencionados- las personas terminan de leer el pésimo libro, de presenciar la desentonada ópera hasta el final y de culminar la inadecuada carrera iniciada, incurriendo en la Falacia de los Costos Hundidos. Se trata de una anomalía muy común en la toma de decisiones y que la novel disciplina de la Economía del Comportamiento explica por nuestras “cuentas mentales” (Richard Thaler) y nuestra “aversión a la pérdida” (Daniel Kahneman), en que los gastos realizados se transforman en un marco de referencia para el valor, cuando deberían ser irrelevantes para decidir si continúan o no con la actividad emprendida. 

Dos ejemplos adicionales, más pertinentes, nos facilitarán el tratamiento del caso Tía María. Uno es el trágico caso de la guerra de Vietnam (1959-1975), de la que EEUU debió retirarse en 1968 según los estrategas. Desde entonces, a medida que avanzaba la conflagración, al gobierno le resultaba cada vez más difícil detenerse, no sólo porque sabía que no iba a salir victorioso, sino especialmente porque la Nación tenía “una deuda con todos los que habían fallecido”, añadiendo que “no podemos dejar que hayan muerto en vano”; por lo que terminaron empantanándose en la Falacia, asumiendo costos enormes en energía, equipos y, sobre todo, teniendo que lamentar los 60.000 soldados muertos y otros 200.000 heridos. Igualmente célebre es el ejemplo de los aviones supersónicos de pasajeros “Concorde”, generosa y crecientemente subsidiados por los “concordantes” gobiernos galo y británico, que lo consideraron un “ícono de la aviación y una maravilla de la tecnología” que les otorgaba “prestigio y orgullo nacional”. A menudo vacíos, volaron un buen tiempo (a cargo de Air France y British Airways) hasta que se vieron obligados a suspenderlos en 2003, básicamente por los costos inesperadamente elevados, el insoportable ruido al despegar y la contaminación. Es lo que, desde entonces, se conoce como el “efecto Concorde”.

Con ello llegamos al caso Tía María. Sabido es que la Southern anunció que iba a invertir apenas US$ 950 millones cuando inició el proyecto (2003), el que permitiría producir 120.000 TMF/año  de cátodos de cobre. En efecto, comenzó gastando US$ 220’, otro tanto más en 2008-2009 y estaban en marcha otros US$ 400’ para el bienio 2010/11 (MEM, Anuario Minero 2009; pp. 55-56), suspendidos por los cuestionamientos al primer Estudio de Impacto Ambiental (EIA). En los años siguientes, hasta que se aprobara oficialmente el segundo EIA en agosto 2013,  la cifra que invertiría la empresa fue subiendo y se estimó que la inversión alcanzaría los US$ 1.400 millones (47% por encima del presupuesto original) para producir la misma cantidad. 

A la luz de los hechos acaecidos desde entonces, se deduce la sensatez de las declaraciones que diera a RPP el 27 de marzo pasado el director de relaciones institucionales de la Southern (probablemente por orden del directorio o de su presidente), en la que informaba que “dejarían Arequipa” definitivamente, a pesar de los aproximadamente US$ 440 millones de costos asumidos hasta entonces en el proyecto, cifra perfectamente digerible por la empresa, parte del Grupo Mëxico, si tenemos en cuenta que alcanzó una utilidad neta de US$ 625.8 millones en el 2014. Muchos pueden pensar que se trató de una bravata o hasta de un chantaje de la empresa mexicana para que el gobierno interviniera sensatamente, y no declarando el estado de emergencia.

En la tarde de ese mismo día el presidente de la empresa desautorizó al declarante mañanero en base a acrobáticos argumentos, prometiendo que el proyecto continuaría, obligado por presión del gobierno –precisamente el “efecto Concorde”- a continuar con Tía María y, por tanto, a cometer la falacia de los costos hundidos, para no “espantar a la inversión minera extranjera”. Más asustada está ésta por la caída de los precios (especialmente los del cobre) y porque este gobierno ya es un pato rengo (prematuramente, a más de un año del cambio de gobierno).

Insensata decisión. Y es que, como la empresa ha prometido (a raíz del segundo EIA, aprobado en agosto 2014), entre otros, programas de responsabilidad social, una represa, un fideicomiso, una desalinizadora (US$ 95’), apoyo a colegios y postas médicas, la cifra subirá algo más. Además, como las protestas y demandas sociales seguirán, ya que no es tan fácil mantener el estado de emergencia por 18 años (el periodo de vida de la mina), las que se pueden extender a otras regiones e incluso a las inmediaciones de las minas que la empresa explota en Tacna y Moquegua, con lo que las paralizaciones que sufriría la producción serían pan de cada día, aumentando aún más los costos. 

Tampoco es de esperar que los precios del cobre suban sustancialmente en los próximos años. Todo lo contrario: parecería que seguirán cayendo, como lo han hecho en los dos últimos meses durante los cuales se desplomaron de 2,95 a 2.50 dólares la libra (-23,7%), proceso que se iniciara en 2011, en que se cotizaba a US$ 4.50 (representando una caída abismal del 56% desde entonces hasta hoy).

Para colmo, en su breve mensaje a la nación, Humala le sopló la pluma del problema a la empresa. Con lo que sólo se dificulta aún más la resolución de los problemas, de manera similar al que fueran sometidas las líneas British Airways y Air France cuando fueron obligadas por sus respectivos gobiernos a continuar con sus vuelos deficitarios, que finalmente terminaron siendo un fiasco.

La Southern ha “pedido” (insuficientes) sesenta días para cumplir con los deseos del gobierno. Como es evidente, para entonces seguramente decidirá –racionalmente- la paralización definitiva del proyecto por las proyecciones de costos económicos y sociopoliticos que habrán de afrontar a futuro, al margen de los costos hundidos. Quienes no cayeron en la falacia fueron IPAE que, a pesar de la energía-tiempo-costos que asignó para el CADE 2005, trasladó la sede del evento de Arequipa a Ica; y los hoteles y restaurantes que estaban invirtiendo fuertes sumas en la ampliación de sus instalaciones las descontinuaron abruptamente, ya que no tiene sentido “llorar sobre la leche derramada”.  

De manera que, a futuro, las carteras de Minas y del Ambiente deberían asegurar que, antes de aprobar una determinada concesión minera, estén dadas las condiciones geográficas y socioeconómicas de la zona otorgada para que no haya modo de desatar conflictos socioambientales y permitan el desarrollo pleno de los proyectos.

Para terminar: Desafortunadamente muchos sufrimos de acromatopsia, esa enfermedad nacional que se agrava cuando se tocan temas (digo, intereses) mineros. Porque ese monocromatismo, que equivale a ver el mundo a través de películas en blanco y negro, se aplica –y no sólo para este caso- a quienes dicen “minería, sí o sí” o a los que gritan todo lo contrario. De donde se sigue que para cada bando sólo existen pro-mineros o antimineros, una forma criolla de descalificar al otro, cerrando así toda posibilidad de diálogo con el “enemigo”. De manera que, cuando volvamos a ver en tecnicolor, podríamos analizar caso por caso para validar o recusar política y técnicamente un determinado proyecto minero.

***
P.D.: Una posible solución de largo plazo al problema del proyecto Tía María, si la empresa tiene la paciencia necesaria y el próximo gobierno la eficacia requerida, ha sido sugerida por el maestro José Matos Mar; quien propone, en primer lugar, que el gobierno reconozca “que este no es un problema técnico, que no se trata de ofrecer una obra de agua potable a un alcalde o de encarcelar a un extremista. (...). La mejor solución sería designar a un alto comisionado, cercano a la presidencia de la República, que dirija un nuevo proceso y realice ofertas y establezca compromisos políticos”. Segundo, que “en lugar de negociar con solo una parte del valle, debería incluirse a las organizaciones de los sectores medio y alto que también tienen algo que decir y que han estado al margen de este conflicto”. Y, finalmente, el más importante, que la empresa se comprometa “a apoyar un proyecto de desarrollo microregional a 20 años”. Mayores detalles elaborados sobre el tema (diagnóstico, enfoques, análisis, perspectivas y propuestas) por parte de Matos Mar se pueden encontrar en su artículo “El desborde popular en acción”, de donde provienen las citas anteriores (http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/desborde-popular-accion-jose-matos-mar-noticia-1811671), así como en las entrevistas que concediera a Caretas (“Puede levantarse todo el Sur”: www.caretas.com.pe/Main.asp?T=3082&idE=1208&idS=233#.VYeRSJVRE5s) y El Comercio (“Tía María podría terminar como ‘ley pulpin’ - La población tiene miopía, el gobierno cataratas y la empresa ceguera total”: http://elcomercio.pe/peru/arequipa/jose-matos-mar-tia-maria-podria-terminar-como-ley-pulpin-noticia-1818695).

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