16.5.16

Nueva economía fujimorista

Germán Alarco
(Diario Uno, 13/5/2016, p.9)

A menos de un mes de las elecciones el partido Fuerza Popular acaba de incorporar a dos economistas conocidos a la campaña electoral. Esto llama la atención por parte de la agrupación política y de los citados economistas. En el primer caso denota improvisación, ya que se espera el último momento para darle más contenido a su pobre propuesta económica. De la otra parte, hay oportunismo político y un historial de poco compromiso. El más joven de ellos fue clave para la campaña del candidato de Todos por el Perú eliminado por el Jurado Nacional de Elecciones. Ambos son reconocidos como técnicos, pero en realidad poseen unos planteamientos económicos e ideología que no deben ser omitidos. Uno es enemigo del Estado y el otro de los trabajadores.

La primera observación general es que no existen técnicos puros en la economía. Esta es una ciencia social que trabaja con el comportamiento humano y donde siempre se filtran juicios de valor. Desde el inicio de cualquier análisis económico se está escogiendo entre un conjunto de variables explicativas u otras; o entre una u otra teoría económica. La objetividad siempre está en entredicho. Hay muchos intereses explícitos e implícitos en el camino. Asimismo, el diagnóstico y las recomendaciones de política económica siempre están entrelazados.

El autor del Otro Sendero y del Misterio del Capital es conocido internacionalmente. Sin embargo, su hipótesis central es que el exceso de la regulación estatal es la causa de la informalidad. Se olvida que esta surge por la reducida capitalización productiva, dando origen a los problemas de heterogeneidad estructural. Por otra parte, afirma que la formalización desataría una revolución a partir de que estas propiedades podrían servir de garantía para acceder a créditos. Aquí olvida analizar a los ofertantes de créditos. Más recientemente propone que el subsuelo (riquezas mineras) sea propiedad de quien tiene la titularidad superficial y que se otorgue participación en los proyectos. Nuevamente omite que los problemas surgen con las comunidades aledañas y no con los ex propietarios de los terrenos encima del yacimiento minero.

El otro candidato, si bien racional en lo macroeconómico, es enemigo de los trabajadores. Se opone a los ajustes de la remuneración mínima vital. Se inscribe en la teoría neoclásica donde la clave del éxito está en contar con trabajadores bien calificados pero lo más baratos posibles. Se olvida que los salarios no solo son un costo de producción sino fuente de ingresos y demanda. Las propuestas de ambos tienen problemas, pero más allá de las consideraciones económicas, el daño posible que esta candidatura podría generar a la democracia, libertades y a la buena convivencia ciudadana es inconmensurable.

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