6.6.16

El pueblo lo hizo

Richard Webb
El Comercio, 5 de junio de 2016
(http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/pueblo-lo-hizo-richard-webb-desarrollo-regional-noticia-1906847)

El proceso electoral es buen momento para recordar la maravillosa frase de Fernando Belaunde. Durante sus recorridos por el interior, cuando preguntaba quién había construido la iglesia, la escuela, el camino, recibía la misma respuesta, “el pueblo lo hizo”. La frase se volvió bandera del partido que fundó, una bandera que nos hizo madurar como sociedad. Hoy llegamos a las urnas una vez más, pero como ya es costumbre, llegamos con el cerebro lavado por meses y meses de propaganda partidaria, toda con el mismo mensaje, “si algo se ha hecho, fue el gobierno que lo hizo. Si algo no se ha hecho, fue el gobierno que no lo hizo. El gobierno salvará al Perú”. Es un mensaje que nos proclama infantiles. 

Hagamos historia. ¿Cuáles han sido las acciones que más han contribuido para reducir la pobreza? En mi opinión, han sido dos. Primero, la migración de la población rural hacia las ciudades. Segundo, el ‘boom’ agropecuario que viene elevando la productividad y el nivel de vida de la población del campo –esa que no migró a las ciudades–. Dos procesos históricos, de masiva trascendencia, en los que poco tuvo que ver el gobierno. 

Se suponía que el crecimiento económico iba a beneficiar a todos, pero transcurrió casi todo el siglo pasado y los ingresos mejoraban en las ciudades pero casi nada en el campo. Poco o nada funcionó la teoría del ‘chorreo’ de los economistas. Los campesinos, entonces, tomaron cartas en el asunto, y empezaron a trasladarse a la ciudad, donde había trabajo, escuela y salud. Sucesivos gobiernos fruncían las cejas y ponían trabas, pero mayormente miraban pasivamente mientras millones de migrantes, con sus propias manos y organizaciones, levantaron casas, crearon negocios, impusieron orden y salieron de la pobreza. ¿Quién lo hizo? El pueblo. 

Sin embargo, cuando llegamos a la última década del siglo unos seis millones de campesinos aún quedaban atrapados en la pobreza rural, sin recursos y sin socorro en zonas de bajísima productividad. Entonces, por segunda vez vino una solución del pueblo, esta vez en la forma de una revolución de productividad. Desde el año 1990, y durante un cuarto de siglo, la productividad del trabajador en la agricultura ha venido aumentando a 4% al año, el doble del aumento producido en el resto de la economía. Ese extraordinario desempeño ha sido igualmente alto en los minifundios de la sierra y la selva como en los fundos modernos de la costa, y ha sido el motor principal de la fuerte reducción de la pobreza experimentada en ese período.

¿La disparada de la productividad del campesino ha sido una obra “del pueblo”? No totalmente. Pero la contribución del Estado no ha consistido en acciones directas a favor del agricultor ni ha existido una estrategia de desarrollo productivo campesino. El despegue rural es más bien un resultado indirecto y mayormente no previsto de la descentralización. El traslado de recursos y capacidad de decisión a los gobiernos locales generó de inmediato una multiplicación en la construcción y mejora de los caminos rurales, además de inversiones en obras de riego y otras iniciativas productivas a nivel de los distritos. Indirectamente, el Estado abrió puertas para la iniciativa del campesino, cuya reacción ha consistido en adoptar prácticas modernas, como el riego tecnificado, la vacuna de su ganado, y la participación en el mercado nacional. Una vez más, el pueblo lo hizo.

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