Héctor Maletta
Resumen:
Los
índices habitualmente usados para medir la inflación, los "índices de
precios al consumidor", miden la variación en el precio de una canasta de
bienes y servicios. Sin embargo, desde hace mucho se sabe que para medir las
variaciones en el poder adquisitivo del salario o el tipo de cambio real de la
moneda, la teoría económica remite al uso de un "índice económico de precios", es decir a un "verdadero
índice del costo de vida" (true cost of living index)
Este tipo de índice no debe medir la variación en el costo de una canasta fija
de bienes y servicios, sino en el costo
de mantener un cierto nivel de bienestar o utilidad. Es un concepto
teórico, que no es de fácil aplicación. En sentido estricto, la fórmula de
dicho índice depende de la función de utilidad de cada consumidor. Por ello
en la práctica se utilizan como sustitutos los índices convencionales de
precios al consumidor, basados en una canasta fija de bienes y
servicios. Aunque adecuados para muchos propósitos prácticos,
es sabido que esos índices involucran un sesgo en la medición del costo
de vida, pues no toman en cuenta las posibilidades que tiene el consumidor
de sustituir unos bienes por otros en lugar de consumir cantidades
fijas. Ese sesgo de sustitución en el que incurren los índices
convencionales de precios no implica necesariamente errores serios
de medición de la inflación en el corto plazo, pero tiene consecuencias
acumulativas que se hacen evidentes cuando se trata de un plazo más largo.
La especificación y estimación de la función de utilidad es una tarea
complicada, pero afortunadamente existen métodos para determinar índices
mensurables que operen como índices aproximados del costo de vida,
teniendo en cuenta la sustitución en el consumo, aun sin conocer la función
de utilidad. Este es el enfoque que se sigue en este trabajo. Luego de elaborar
una medida corregida de la inflación en términos del costo de vida, este
estudio muestra el efecto de esos ajustes sobre la medición de las variaciones
del salario real y del tipo de cambio real de la Argentina en el período
1960-1995.
En la
primera parte del trabajo se revisa la teoría de los "índices económicos de precios", es decir los índices de precios
que corresponden a conceptos de la teoría económica, cuya concreción en lo
que se refiere a precios al consumidor es el llamado "verdadero índice del costo
de vida"; asimismo
se analizan las relaciones entre los índices estadísticos convencionales y
los índices económicos de precios. Se determina así una metodología para
estimar un índice del costo de vida a partir de los índices convencionales de
precios. En la segunda parte del trabajo se revisan las características del
Indice de Precios al Consumidor de la Argentina, y en la tercera se determinan
las características de un índice estimado
del costo de vida para este país, entre 1960 y 1995, computable a partir de
los datos del IPC. Inmediatamente se aplican las conclusiones de ese
análisis para calcular ese índice estimado, con lo cual se llega a la
conclusión de que en esos 35 años se acumuló en los índices de precios al
consumidor una fuerte sobreestimación del aumento del costo de vida. El aumento
(ajustado) desde 1960 hasta 1995 resulta ser sólo un 56% del incremento
registrado por el IPC. En otras palabras, la sobreestimación del aumento del
costo de vida sería de 77%. Se examina también la importancia relativa de
diferentes clases de sustitución (entre distintos bienes, entre bienes y
servicios, entre distintos servicios, y entre distintas variantes de mercado
del mismo bien o servicio). Por último, en la cuarta parte del trabajo se
analizan brevemente las implicancias de estos resultados para el cómputo de
índices de salario real y para la evaluación del atraso o adelanto del tipo
de cambio. Con respecto al salario, la medición convencional (salarios nominales
deflactados por el IPC) sugiere que en 1995 el poder adquisitivo del
salario era inferior al de 1980 o 1985 (aunque superior a los niveles muy
bajos de 1989-90). Si se toma en cuenta la posibilidad de sustitución con que cuentan
los trabajadores, su costo de vida habría aumentado menos, y por lo tanto
el salario real resulta en 1995 más alto que en 1980 y 1985, y la mejora
desde 1990 es mucho más fuerte.
Con
respecto al tipo de cambio, la conclusión principal es que hasta llegar a la
convertibilidad el dólar se cotizó en general por encima del nivel de
paridad de poder adquisitivo (conocido como PPP en inglés o PPA en castellano)
desde 1960, excepto en el período 1979-81. Respecto a ese nivel teórico, la
moneda argentina en general ha estado subvaluada, y no sobrevaluada. A comienzos
de 1991 el tipo de cambio de paridad de poder adquisitivo era todavía
inferior a un peso por dólar, cuando se estableció ese nivel como tipo de
cambio oficial para la venta, al promulgarse la Ley de Convertibilidad.
Posteriormente el tipo teórico de paridad de poder adquisitivo convergió
gradualmente a lo largo de 1991 y 1992 hasta coincidir cercanamente con el
nivel de un peso por dólar, donde permanece desde fines de 1992 hasta 1995
inclusive. Por lo tanto, no hubo tampoco sobrevaluación de la moneda en la
primera mitad de la década del noventa respecto a la paridad teórica de
poder adquisitivo (PPP). Sólo puede surgir un atraso aparente cuando el
tipo de cambio teórico se calcula de manera convencional (tomando un tipo
de cambio cualquiera, oficial o de mercado, vigente en algún momento del
pasado, y actualizándolo con índices ordinarios de precios al
consumidor). Ese cálculo convencional puede ser cuestionado en dos aspectos:
por la elección del tipo de cambio de referencia, que de por sí puede ser
muy alto, y por la elección de índices de precios que sobreestiman la pérdida
de poder adquisitivo de la moneda.
Por ejemplo,
el tipo de cambio oficial de 1960 (reconocidamente muy alto después de la devaluación
de 1959), actualizado hasta 1995 con los IPC de Argentina y Estados
Unidos, sin ajustar el sesgo de sustitución, indicaría para 1995 un tipo de
cambio "teórico" de 2,31 pesos por dólar, 131% más
alto que el tipo de cambio entonces vigente de un peso por dólar, y por lo
tanto con un fuerte atraso cambiario. Si se se toma como referencia el tipo
de cambio de paridad de poder adquisitivo de 1960 (calculado por la
CEPAL), y se lo ajusta con índices estimados del costo de vida de Argentina
y de EEUU, el tipo de cambio teórico (PPP) de 1995 resulta estar entre 0.98 y
1.04 pesos, es decir muy cerca del tipo de cambio de un peso por dólar que entonces
regía.
¿Por qué
ese cálculo es relevante? El tipo de cambio PPP no tiene por qué ser el tipo de
equilibrio de mercado en ningún momento dado. Exportar con un tipo de cambio
más alto es posible, y muchos países tratan de mantener su tipo de cambio en
niveles más elevados, pero ganar competitividad de ese modo no denota "verdadera" competitividad de la economía sino
una competitividad "espuria" artificialmente fabricada por la
política cambiaria, y en condiciones de economía abierta el gobierno no puede
determinar el nivel del tipo de cambio real en forma duradera. El tipo de
paridad de poder adquisitivo puede así ser usado como un parangón de largo
plazo para una economía abierta que aspira a competir en el mercado mundial,
pero no tiene por qué constituir un tipo de cambio de equilibrio en el
corto plazo para una economía cualquiera en un momento determinado, donde
los costos de las actividades productivas son el resultado de decisiones
tomadas bajo tipos cambiarios superiores al PPP. Por el contrario, si el
tipo de cambio (por restricciones externas) debe situarse en el nivel PPP,
entonces la estructura económica debe adaptarse a ese modo de relacionamiento
con la economía internacional. El estudio por otro lado sugiere que en un
sistema de convertibilidad el tipo de cambio PPP y el tipo de cambio del mercado tienden a coincidir,
siempre que su diferencia inicial no sea muy amplia y el tipo de mercado sea
más o menos estable (no necesariamente fijo) a fin de permitir que los precios
relativos y el tipo PPP se ajusten consecuentemente.
Puede descargar el documento completo en español aquí y una versión en inglés aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario