Germán Alarco
(Diario Uno, 10/11/2016, p.9)
Los resultados electorales de los EE.UU. son un baldazo de agua fría para el Mundo. Si con Clinton, o cualquiera menos Trump, dominaban las tendencias al estancamiento secular global de mediano y largo plazo ahora la situación se pone más complicada. Mayores expectativas negativas que están y seguirán afectando los mercados de valores y de capitales a nivel global. Más inestabilidad financiera. Malos presagios en los temas de comercio internacional con su impacto negativo en los niveles de producción, que se sumarían al inicio de la implantación del Brexit en 2017.
Mayor afectación a la libre movilidad de las personas impactando en menores remesas internacionales de los emigrantes de las economías menos desarrolladas. Mayores problemas para China, un mundo menos integrado con menores espacios para los países más pequeños son el resultado esperado que desafortunadamente será imitado en otras partes del globo. Han ganado los antivalores de la discriminación, el apartheid, la falsa cultura del éxito, la ignorancia y del dominio del más poderoso sobre el débil.
Detonación de los problemas
Las expectativas negativas sobre el futuro detonarían la crisis. De partida, se afectan las decisiones de consumo e inversión de las personas. La austeridad en el gasto predominaría por la mayor incertidumbre reduciendo la demanda agregada. Las decisiones de inversión se paralizarían y hasta se contraen por la previsión de mercados que se reducen a la par que cae la rentabilidad esperada. Un mundo lleno de economías cada vez más cerradas no son buenas para quienes buscamos nuevos mercados para nuestros bienes y servicios. Menor demanda menor producto más desempleo y subempleo serían sus resultados en unos cuantos meses.
Mayor afectación a la libre movilidad de las personas impactando en menores remesas internacionales de los emigrantes de las economías menos desarrolladas. Mayores problemas para China, un mundo menos integrado con menores espacios para los países más pequeños son el resultado esperado que desafortunadamente será imitado en otras partes del globo. Han ganado los antivalores de la discriminación, el apartheid, la falsa cultura del éxito, la ignorancia y del dominio del más poderoso sobre el débil.
Detonación de los problemas
Las expectativas negativas sobre el futuro detonarían la crisis. De partida, se afectan las decisiones de consumo e inversión de las personas. La austeridad en el gasto predominaría por la mayor incertidumbre reduciendo la demanda agregada. Las decisiones de inversión se paralizarían y hasta se contraen por la previsión de mercados que se reducen a la par que cae la rentabilidad esperada. Un mundo lleno de economías cada vez más cerradas no son buenas para quienes buscamos nuevos mercados para nuestros bienes y servicios. Menor demanda menor producto más desempleo y subempleo serían sus resultados en unos cuantos meses.
También los ricos que tienen activos financieros se asustan, cambiando sus tenencias de mayor riesgo a otras de menor riesgo. Se venden acciones, caen los índices de precios de las acciones afectando negativamente el valor de las empresas que a su vez alimenta la desaceleración de las decisiones de consumo e inversión. Los recursos se trasladan de los mercados de valores a los instrumentos de renta fija, depósitos bancarios más líquidos y algunos activos de resguardo que se consideran más seguros. Los precios de las acciones en los mercados de valores pueden desplomarse arrastrando instituciones financieras, dañando fondos de pensiones en todas partes del mundo. Las nuevas burbujas que se estaban gestando comenzarán a desinflarse, esperemos que no exploten. Hoy día las bolsas de valores no cerraron tan mal salvo la de Japón, pero quien sabe que pueda ocurrir en las próximas semanas.
Impactos regionales y locales
En México, antes que se conociera este resultado electoral, circulaba la previsión de una caída del PBI de 3% si ganaba Trump. Es difícil que se dé marcha atrás en el TLC de América del Norte. Si este se pone en entredicho los otros TLC entran en zona de alto riesgo. Nuestros socios comerciales de la Alianza del Pacífico que estaban en problemas moderados se desestabilizarían rápidamente. El Perú no es una isla.
Es iluso pensar que como el oro es un activo de resguardo esto nos beneficiaria a todos. En primer lugar, hay que anotar que en los momentos más álgidos de la crisis financiera internacional en el último trimestre de 2008 también se cayó el precio del oro y la plata para comenzar a recuperarse en el segundo trimestre de 2009. Sin embargo, el precio de todos los otros metales y del petróleo cayeron para subir recién a partir de 2010. Tampoco hay que omitir que en 2016, a pesar de las ligeras alzas de estos productos en los últimos meses por la postergación en la elevación de las tasas de interés de la FED, están por debajo de los niveles observados entre 2006 y 2007.
Los mayores precios del oro y la plata no tendrían la capacidad para contrarrestar los efectos negativos que se producen en las otras esferas económicas. ¿Qué podría ocurrir con nuestras exportaciones no tradicionales y los volúmenes físicos de nuestras exportaciones tradicionales?, ¿qué ocurriría con la inversión privada en los sectores extractivos y en el resto de actividades económicas?, ¿qué ocurriría con la demanda y producción interna? Las respuestas no parecieran positivas. Frente a estos escenarios: ¿pueden mantenerse incólumes las propuestas económicas del nuevo gobierno?, ¿cuáles son nuestras estrategias alternativas?
Con pocos instrumentos a la mano
La nueva crisis puede detonar por el lado financiero a nivel internacional. Si afortunadamente esto no ocurre lo será cuando se inicien los impactos perversos del cierre relativo del comercio internacional y las mayores trabas a la migración de las personas. Los impactos negativos sobre la producción se adelantan a estos efectos. El problema grave surge cuando las posibilidades de implantar políticas fiscales y monetarias expansivas son limitadas. ¿Qué tanto se podría implantar políticas fiscales expansivas? Por el lado monetario, la mayor incertidumbre generaría una elevación de la demanda de dinero por motivo precaución que permitiría aumentos en la oferta de dinero. Con ese panorama, ¿cómo reaccionarían las autoridades monetarias en los diferentes países? Sin embargo, las tasas de interés no pueden reducirse mucho más de lo que ya se encuentran. No nos olvidemos que en Japón y en diversas economías europeas son negativas. La trampa de la liquidez y la deflación podrían ser la norma. La deflación nos lleva a que los precios se reduzcan, retrasando las decisiones de consumo y gasto, desalentando las decisiones de producción. No hay que desechar la posibilidad de una nueva crisis como la de los años treinta del siglo XX.
Con pocos instrumentos a la mano
La nueva crisis puede detonar por el lado financiero a nivel internacional. Si afortunadamente esto no ocurre lo será cuando se inicien los impactos perversos del cierre relativo del comercio internacional y las mayores trabas a la migración de las personas. Los impactos negativos sobre la producción se adelantan a estos efectos. El problema grave surge cuando las posibilidades de implantar políticas fiscales y monetarias expansivas son limitadas. ¿Qué tanto se podría implantar políticas fiscales expansivas? Por el lado monetario, la mayor incertidumbre generaría una elevación de la demanda de dinero por motivo precaución que permitiría aumentos en la oferta de dinero. Con ese panorama, ¿cómo reaccionarían las autoridades monetarias en los diferentes países? Sin embargo, las tasas de interés no pueden reducirse mucho más de lo que ya se encuentran. No nos olvidemos que en Japón y en diversas economías europeas son negativas. La trampa de la liquidez y la deflación podrían ser la norma. La deflación nos lleva a que los precios se reduzcan, retrasando las decisiones de consumo y gasto, desalentando las decisiones de producción. No hay que desechar la posibilidad de una nueva crisis como la de los años treinta del siglo XX.
¿Se desmorona el nuevo orden?
Espero equivocarme, pero los resultados electorales de EE.UU. son una mala señal que nos hace recordar el rompimiento del “orden” posterior a la Primera Guerra Mundial con algunas de sus secuelas que derivaron en muchas muertes y hambre décadas después. Afortunadamente no estamos en esos viejos tiempos de fascismo y belicismo. La respuesta irracional de los electores norteamericanos dando paso a sus sentimientos más primarios demuestra el fracaso del neoliberalismo que deterioró las condiciones de vida de los sectores populares y de las clases medias aumentando notoriamente la desigualdad. Es probable que el desencanto con Trump sea rápido; ojalá que las instituciones puedan resistir sus propuestas populacheras, pero en el entretanto el horizonte se torna de gris a negro. Se ha abierto la caja de Pandora.
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