26.3.14

Es hora de terminar la guerra contra las drogas

Juan Mendoza 
19 de marzo de 2014

Durante décadas nuestro Estado ha buscado eliminar el consumo y la adicción a la marihuana a través de la penalización de su cultivo y comercialización.Sin embargo, de acuerdo a datos de CEDRO, la prevalencia del consumo de marihuana se ha estabilizado en alrededor de 6% de la población desde los años noventa. Más aun,alrededor de 30% de las personas reportan que la marihuana se encuentra disponible. Está claro entonces que la estrategia punitiva ha fracasado en reducir la prevalencia del uso de la marihuana o su disponibilidad entre la población.

Por el contrario, la “guerra” contra la marihuana ha tenido diversas consecuencias negativas. En primer término, esta “guerra” ha utilizado escasos recursos fiscales sin resultado aparente. Así, por ejemplo, cerca de 25% de la población penal está inculpada o sentenciada por narcotráfico. En segundo lugar, la “guerra” ha incentivado la formación de bandas de narcotraficantes que no han dudado en recurrir a la violencia y al soborno debilitando la fábrica institucional de la Policía Nacional y del Poder Judicial. Muchos jóvenes de escasos recursos prefieren convertirse en micro-comercializadores que estudiar o trabajar.Además, al hacer ilegal la producción y venta, se ha reducido la calidad del estupefaciente y, probablemente, se han incrementado sus efectos nocivos sobre los consumidores.

La estrategia punitiva incrementa el precio de la marihuana y, en consecuencia, los beneficios de aquellos productores ilegales que no son castigados. En la medida que los pequeños productores y comercializadores enfrentan la mayor probabilidad de castigo, la política anti-drogas, en la práctica, protege e incentiva a los narcotraficantes de mayor escala.

Por otro lado, la utilización de marihuana es una decisión individual sobre la cual el Estado no debería inmiscuirse más de lo que se inmiscuye en el consumo de drogas legales como el tabaco o el alcohol, que, de acuerdo al National Instituteon Drug Abuse de los Estados Unidos, causan daños sustancialmente mayores a los consumidores.

Y si hay algo que la experiencia internacional nos enseña es que la prohibición y penalización no funcionan. La guerra contra las drogas cuesta cada año 40,000 millones de dólares a los Estados Unidos y ha cobrado la vida de 50,000 mexicanos tan solo desde el 2006. El único legado palpable de la prohibición del alcohol durante los años veinte fue el crecimiento de la mafia. No es de extrañar que Washington y Colorado hayan despenalizado la marihuana, y que 30 estados norteamericanos estén considerando iniciativas similares.


Es hora de repensar la estrategia de combate contra la marihuana. Se debería despenalizar el cultivo y venta de la sustancia. El consumo no debería aumentar de manera apreciable si, al mismo tiempo, se grava la venta con impuestos similares a los que pagan drogas legales como el tabaco y el alcohol. La recaudación resultante se podría emplear en programas educativos sobre los peligros de la adicción a las drogas y en la rehabilitación de los adictos. Sin ser perfecta, la despenalización sería un golpe efectivo al flagelo del narcotráfico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario