14.10.14

La pérdida económica del ahorro forzoso

María Alejandra Zegarra

Es un hecho estilizado que los ingresos de los trabajadores aumenten conforme se acumulan años de experiencia laboral. Según la SBS, la remuneración promedio de un trabajador de 60 años equivale a 5 veces la de uno de 21. Asimismo, es frecuente que las personas tengan restricciones de endeudamiento, especialmente durante los primeros años de trabajo. Por ello, obligar a ahorrar reduce el bienestar de los jóvenes que comienzan su carrera laboral. Este artículo presenta una ilustración de esta pérdida de bienestar.

 El ahorro forzoso reduce el bienestar de los trabajadores porque genera serias restricciones en la asignación intertemporal de recursos. Aquellos trabajadores sin acceso al crédito pierden bienestar porque se ven obligados a reducir su consumo contemporáneo en un sol por cada sol de ahorro forzoso. Los trabajadores con acceso al crédito pierden bienestar si, como consecuencia del ahorro forzoso, se ven obligados a tomar créditos para no reducir su consumo a tasas de interés mayores que la rentabilidad de los fondos previsionales.

Consideremos, a modo de ejemplo, a una persona que, debido al ahorro forzoso, toma un crédito de consumo. Este tipo de crédito viene creciendo a casi 15% desde el 2012 y el monto promedio del mismo asciende a 9,100 soles por deudor. Asimismo, el aporte previsional anual promedio por trabajador en el Sistema Privado de Pensiones (SPP) fue alrededor de 4,000 soles durante el 2013. Sabemos, además, que la tasa de interés real promedio de un crédito de consumo hoy es 41%, 5.5 veces el retorno que ha pagado el SPP desde 1993.

Bajo estos supuestos, el aportante promedio que se endeuda con el monto de crédito de consumo promedio experimentaría una pérdida de 1,340 soles por cada año que permanezca endeudado. Esta pérdida es igual a un doceavo del consumo per cápita anual promedio. Si esta persona tomara crédito de consumo durante 10 años de su vida laboral, el valor actual de la pérdida de bienestar ascendería a 9,800 soles, aproximadamente 4.4% de los ingresos laborales durante la etapa de endeudamiento.

 La pérdida de bienestar es equivalente a un impuesto a los salarios que es transferido íntegramente a los intermediarios financieros. No he considerado, además, el menor bienestar debido a la distorsión en la oferta laboral y el incentivo a la informalidad que el ahorro forzoso genera. En todo caso, no debería extrañarnos la reacia actitud de muchos a participar del sistema previsional en el Perú.

 ¿Es un mito que las familias no ahorran? La historia nos sugiere que existen distintas maneras de invertir y asegurar la vejez. Según la Encuesta Nacional de Hogares del INEI, el gasto promedio anual de los peruanos en servicios de enseñanza de sus hijos y de muebles y enseres asciende a 1,200 y 710 soles, es decir, un 47% del aporte per cápita anual al SPP. Las familias peruanas son conscientes de los beneficios relativos de educar a sus hijos y de adquirir bienes inmuebles en comparación al ahorro previsional. Por ello, no debería llamar la atención que muchas familias elijan estas inversiones como alternativas al ahorro forzoso. Esta es la clave para entender la baja cobertura del sistema previsional. Al intentar ayudar a los trabajadores en su etapa de jubilación, el Estado podría estar perjudicando a muchos de ellos.

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