15.2.16

Econosaurios

Germán Alarco
(Diario Uno, 12/2/2016, p.10)

El decano de la prensa nacional nos dejó asombrados con un editorial del viernes de la semana pasada. El tema era importante: las causas de la inflación actual. Sin embargo, lo desconcertante fue que se circunscribió a explicarla con dos enfoques anteriores a la macroeconomía keynesiana de los años treinta del siglo XX. En realidad nos llevaron un siglo atrás con el enfoque de la teoría cuantitativa del dinero de Fisher y la teoría macroeconómica neoclásica. Se olvidaron o desconocen que después de estos enfoques ha pasado mucha agua por el río. Tanto los supuestos como las recomendaciones de política económica están fuera de lugar.

La inflación, para ellos, se está produciendo por la inyección de dinero resultado de la política del gobierno. En particular por el incremento del gasto corriente del gobierno que ha aumentado 52% entre 2011y 2015. La recomendación es obvia, se necesita una reforma (reducir) el gasto público, para de esta forma bajar la inflación y reactivar la economía. De partida, esta perspectiva tiene problemas ya que no se establecen los vínculos entre las finanzas públicas y la esfera monetaria. Los abogados del decano se olvidan que el Banco Central de Reserva del Perú está prohibido constitucionalmente de financiar al gobierno.

La teoría cuantitativa del dinero establece que la cantidad de dinero determina los precios suponiendo que tanto la producción como la velocidad de circulación del dinero (inversa de la demanda de dinero) permanecen constantes. Los enfoques de Cambridge, Von Mises y Friedman señalan que la demanda de dinero no es fija, sino que tiene una serie de determinantes que son independientes de lo que ocurre con la oferta de dinero. De esta forma, no surgirían presiones inflacionarias si la demanda de dinero aumenta a la par que crece la oferta de dinero. J.M. Keynes da un paso adelante cuando establece la demanda de dinero por motivo precaución y especulación, introduciendo inestabilidad. Los postkeynesianos señalan que la oferta de dinero es endógena y no exógena como dicen los monetaristas.

Asimismo, para que el mayor gasto público genere inflación en el modelo macroeconómico neoclásico se requiere de una serie de supuestos lejos de la realidad. La oferta debe crear siempre su propia demanda, la existencia de pleno empleo o de una tasa natural de desempleo. Se debe suponer que el dinero no tiene efecto real alguno ni en el corto plazo, que la demanda de dinero es estable, que la inversión pública no genera capacidad productiva, entre otros. Por último, en el decano se olvidan de 80 años de política fiscal contracíclica aplicada en los países desarrollados en tiempos de crisis y de la noción de resultado fiscal estructural. En fin, nos regresan a la prehistoria de la economía.

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