(Diario Uno, 31/10/2014, p. 12)
La semana pasada se presentó un nuevo diagnóstico y propuesta sobre el sistema de pensiones. Este fue elaborado por tres colegas y tuvo una difusión adecuada en los medios de comunicación. Ha reabierto el debate sobre el tema frente a las AFPs que sólo desean cambios marginales. Ahora se plantea un sistema con dos pilares: una pensión universal de S/.216 mensuales financiada con el 10% de la recaudación del IGV y un segundo pilar suplementario, libre y voluntario donde compitan AFPs con otras instituciones y productos financieros nacionales e internacionales.
La propuesta retoma el Plan de Gobierno de la Gran Transformación de 2011, repudiado por los poderes económicos y mediáticos. Allí se planteaba un sistema con tres pilares: pensión no contributiva, pensión basada en aportaciones obligatorias y pensión complementaria sustentada en aportes voluntarios. En la misma dirección en agosto de 2014 el congresista Dammert depositó un proyecto de ley compuesto de estos tres pilares o escalones. La pensión universal propuesta desde la Organización Internacional del Trabajo gana espacio respecto de la lastimosa iniciativa del gobierno anterior “Gratitud” y “Pensión 65” del actual que la tergiversaron convirtiéndola en un programa de lucha contra la pobreza extrema.
La iniciativa de mis colegas es meritoria al derrumbar toda la mitología a favor de las AFPs. Hay problemas de cobertura, baja rentabilidad de los depósitos y alta para las empresas, entre otras. Se retoma la necesidad de hacer una reingeniería profunda al sistema. No es apropiado otorgarles un mercado y rentabilidad asegurada. Desde junio de 2012 en esta columna se planteó que debían competir con otros instrumentos financieros diversos; luego en agosto de 2014 que las AFPs podían desaparecer al ser absorbidas por sus propios bancos para reducir costos y gastos. La palabra clave es competencia en beneficio de los trabajadores.
Es discutible tanto que la pensión universal se financie con una porción de la recaudación del IGV, como por su monto reducido. Al utilizarse los ingresos actuales del gobierno y al considerarse la propuesta de bajar el impuesto a la renta -de uno de los proponentes- se reducirían las otras posibilidades de gasto desde el Estado. Hay que buscar una nueva fuente eficaz y eficiente. De todas las opciones posibles los impuestos selectivos al consumo son mejores, aunque los aranceles hubieran sido superiores por el atraso cambiario. Otro punto objetable de la propuesta es el segundo pilar basado en aportaciones voluntarias. Se supone que las personas piensan en el futuro, lo cual es falso. Ese cuadro idílico en relación a la cómoda subsistencia de los ancianos -pintada por el ex presidente del BCRP- no resiste confrontación alguna con la realidad peruana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario