(Diario Uno, 24/1/2017, p.8)
Trump está avanzando en el cumplimiento de sus ofertas de campaña. El viernes pasado emitió su primera orden ejecutiva contra el Obamacare. En esta se señaló que mientras se dispone la revocación de esa ley se instruye a que la Secretaría de Salud y las otras dependencias renuncien o posterguen cualquier acto que imponga una carga fiscal al gobierno. Ayer lunes firmó otra orden ejecutiva disponiendo el retiro de los EE.UU. del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP).
En el TPP participaban 12 economías: Australia, Brunei, Canadá, Chile, EE.UU., Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. La idea para esta agrupación surgió en 2005, pero se potenció en 2008 cuando EE.UU. decidió su ingreso. En el gobierno de García se propuso la entrada del Perú, la cual se aceptó en 2009. Desde el inició hubo poca transparencia en las negociaciones del acuerdo a la par de grandes objeciones relativas a su naturaleza geopolítica al ignorar a China y muchas críticas a los capítulos de propiedad intelectual.
Nunca se explicitó los ingresos y costos marginales de este acuerdo para una economía como la peruana que ya tenía uno previo con los EE.UU. El acuerdo conjunto podía abrir espacios comerciales en las economías más pequeñas con las que no teníamos acuerdos, pero también nos colocaba en igualdad de condiciones con otros países que son competidores del Perú en su acceso a EE.UU. Un tratado conjunto podría eliminar las ventajas alcanzadas de los tratados bilaterales previos. Por ejemplo, las ganancias obtenidas con Japón en cuanto a productos agrícolas se podrían afectar negativamente al incorporar a Australia, Nueva Zelanda y Malasia.
En este caso la decisión de Trump no es negativa para el Perú. Sin embargo, es una sacudida para todos los economistas neoliberales locales que ideológicamente le asignaban mucha importancia. Su tema más sensible era el relativo a las nuevas reglas de propiedad intelectual que afectaría sobre todo a la salud. En lo concreto se ampliaría la vigencia de las patentes, se establecerían patentes para métodos de diagnóstico y tratamiento, se limitaría la oposición a patentes, se ampliaría el periodo de protección de datos, se incorporarían productos biológicos, entre otros. Todas estas perpetuarían monopolios y limitarían la producción y comercialización de medicamentos genéricos más económicos en beneficio de toda la población. También había otros elementos negativos relativos a los derechos de propiedad en internet, endurecimiento de las normas sobre inversiones y solución de controversias.
Todavía no se conoce la reacción de las otras economías, pero un TPP sin EE.UU. y que ignoraba a China tiene poco sentido o si se continúa solo tendría implicaciones menores. Los mayores beneficiados del acuerdo eran los propios norteamericanos y en particular los sectores farmacéuticos, los servicios e inversionistas en general que son lobbistas poderosos. ¿Cuál será su reacción? En este caso salimos beneficiados pero Trump se está disparando al pie. Su lista de enemigos internos debe estar aumentando.
El sector financiero no consiguió algo clave para ellos en el TPP: el libre flujo de información financiera. Algo que si estaría en el TISA. Por lo que probablemente lo que ha pasado es que dejaron que Trump se tumbe al TPP.
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