(Diario Uno, 1/2/2017, p.10)
Hace dos semanas fue la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos-Suiza. Se resaltó la presencia de Xi Jinping, presidente de China, que enfatizó la importancia de promover el comercio internacional y en asumir el liderazgo global en el tema, como una respuesta implícita a la visión de Trump. También fueron interesantes los comentarios de Christine Lagarde, directora gerente del FMI, en un panel sobre cómo resolver la crisis de la clase media y la presentación del informe sobre Riesgos globales 2017.
Desafortunadamente, los comentarios de Lagarde no fueron destacados por la prensa, ni por los analistas y políticos locales. Ella reclamó una mayor distribución de la riqueza para responder a los avances populistas en el mundo entero. Asimismo, agregó que las desigualdades excesivas son un freno para el crecimiento sustentable. Para enfrentar esta elevada desigualdad hay que aplicar reformas fiscales (por ejemplo, tasas progresivas del impuesto a la renta) y estructurales (por ejemplo, elevar la tasa de sindicalización), tal como viene planteando el FMI desde hace pocos años atrás. Antes desde la perspectiva de los economistas estándar hacer redistribución del ingreso a favor de los estratos de menores ingresos era hacer populismo; ahora es la forma de evitarlo. Ojalá se pueda entender esto en el Perú.
Los comentarios de Lagarde estaban perfectamente alineados con el informe de Riesgos globales 2017 que involucró las opiniones de 745 expertos a nivel internacional a fines de 2016. En el documento de 78 páginas se anotan tanto los riesgos como las tendencias principales que impactarían al mundo en la próxima década. La primera tendencia es la elevación de las disparidades de ingresos y riquezas; la segunda el cambio climático. La creciente polarización de las sociedades es la tercera. La cuarta se refiere a un aspecto tecnológico que es la cyber dependencia y la quinta es el envejecimiento poblacional.
La lista de riesgos más importantes fueron la profunda inestabilidad social, el desempleo y subempleo. En segundo lugar las grandes migraciones involuntarias y la crisis de los Estados. El tercer conjunto son las crisis hídricas y las fallas en las acciones de adaptación o mitigación ante el cambio climático. Otros riesgos fueron las fallas en la gobernanza de los Estados (eficacia, calidad y orientación de los gobiernos que proporciona legitimidad) y los conflictos entre países con consecuencias regionales. Es hora que nuestros empresarios y políticos estén atentos, ya que a estos retos globales se suman los internos como los conflictos regionales y la corrupción, que como planteó Julio Cotler, puede ensanchar las bases sociales y políticas de movimientos radicales que desplacen a los partidos y tendencias intermedias.
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