Resumen:
¿Cómo entender que las mayores economías de mercado no estén recuperando su tradicional pujanza, a pesar de que ya salieron de cuidados intensivos después de la Gran Recesión estadounidense? La teoría del desenvolvimiento económico ondular de Joseph Schumpeter nos enseñó que solo las grandes innovaciones han posibilitado un crecimiento sostenido y elevado. Así, el empuje de las economías capitalistas de mercado radicaba en la aplicación de inventos tecnoeconómicos a la esfera productiva. Esas innovaciones permitieron incrementar notoriamente la productividad, gracias a la incorporación de procesos o insumos nuevos: fuentes de energía, tecnologías, recursos naturales o productos. Labor que fuera materializada por emprendedores visionarios, arriesgados y creativos, hoy conocidos como “empresarios schumpeterianos”.
Tales innovaciones, apoyadas por crédito masivo, daban lugar a grandes inversiones, porque las sobreganancias de los innovadores atraían a bandadas de capitalistas que se asentaban en los nuevos sectores. Este proceso de acumulación acelerada conducía a una fase larga de auge económico. Comenzó con la Revolución Industrial, asentada en la máquina de vapor y la producción de textiles de algodón. Una segunda revolución tecnológica se inicia a mediados del siglo XIX, sustentada en el carbón y la innovación de los medios de transporte: el ferrocarril y el barco a vapor. Una tercera comenzó a inicios del siglo XX apoyada en el petróleo, en el marco de la fabricación de los automóviles. Finalmente, llegó la revolución de los años dorados de la posguerra, que se basó en la producción en masa, aprovechando el bajo precio del petróleo.
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