(Diario Uno, 19/6/2015, p.10)
En el decano de la prensa nacional están muy nerviosos. Esto ocurre debido a que la Comisión Agraria del Congreso de la República colocó nuevamente en agenda la posibilidad de establecer límites a la tenencia de tierras agrícolas. Se están planteando topes para las personas naturales y jurídicas de 10,000 hectáreas en la costa, 5,000 en la sierra y 20,000 hectáreas en la selva (200 kilómetros cuadrados) así como límites por valles y cuencas para nuevas propiedades. Los argumentos en contra de este grupo económico y mediático son burdos, ya que arguyen que el número de pequeños propietarios ha aumentado en 40.3%, mientras que el número de propiedades agropecuarias medias y grandes se ha reducido. No mencionan qué ha ocurrido con el tamaño de estas últimas ni con su participación con respecto a los totales de la tierra agropecuaria.
Si se compara lo ocurrido con la concentración de la tierra entre los dos últimos censos agropecuarios: 1994 y 2012 las conclusiones son claras. Ha aumentado el minifundio (menos de 0.5 hectáreas) de 0.14% a 0.26%, las propiedades pequeñas (entre 0.5 y 9.9 hectáreas) se han reducido del 10.32% al 9.26%. Lo mismo ha ocurrido con la propiedad de tamaño medio (10 a 99.9 hectáreas) que pasó del 16.71% al 13.46% de la superficie total agropecuaria. Las de 100 a 999.9 hectáreas pasaron del 15.36% al 12.77%. En cambio, la gran propiedad de más de 1,000 hectáreas en 2004 tiene el 64.26% de las tierras agropecuarias respecto del 57.47% en 1994.
La concentración de la riqueza (los activos) en pocas manos aumenta el poder de mercado de las empresas reduciendo el excedente del consumidor, aumentando el excedente del productor y afectando negativamente el bienestar económico de la sociedad por el menor de actividad económica. En el campo agropecuario se impacta la seguridad alimentaria y se convierte en asalariados a los pequeños propietarios. La elevada concentración es la puerta de entrada a una mayor desigualdad. Esta última tiene impactos negativos en términos económicos afectando el crecimiento, erosiona la cohesión social y afecta la estructura política.
Piketty (2014) y Oxfam insisten en que la elevada concentración de la riqueza e ingresos son fuerzas amenazadoras para la democracia. El mayor poder económico les permite más fácilmente la captura del Estado (a nivel nacional, regional y local) tornándonos en capitalismos oligárquicos (Baumol, Litan y Schramm, 2007), en plutocracias al servicio de intereses particulares y en sociedades más extractivistas de acuerdo a Acemoglu y Robinson (2012). Por último, es relevante señalar que los límites a la propiedad no afectan la eficiencia agrícola y que impuestos progresivos a la propiedad agropecuaria pueden ser un buen medio para frenar los excesos.
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