(Diario Uno, 10/7/2015, p. 10)
Las consultoras privadas, los analistas y economistas estándar repiten hasta el cansancio que la culpa de la retracción de la inversión privada es la tramitología y los conflictos sociales. La semana pasada desde una consultora se quejaban amargamente de la ley de salud y seguridad en el trabajo que impone exámenes médicos obligatorios que cuestan S/. 100 por trabajador como causa de la retracción de la inversión privada (¿?). Se olvidan que llevamos 25 años desde que se inició la desregulación en 1990. También omiten que los conflictos sociales surgen como respuesta a problemas previos tales como la imposición de una agenda y proyectos que no desean grupos sociales particulares.
Las razones para la retracción de la inversión minera son conocidas. Jeremy South, líder global de minería de la firma Deloitte señaló que las empresas tienen cada vez menos dinero para proyectos en el Perú y el mundo como resultado de los menores precios de los metales y los crecientes costos de producción. Cuando los precios internacionales de las materias primas caen, los proyectos se retrasan, se reducen o se cancelan con los movimientos consiguientes en la inversión extranjera directa (IED) y en los créditos de largo plazo. A su vez, cuando se cae la IED también se reduce la inversión privada nacional. Si la primera se eleva también lo hace la segunda como lo ocurrido a inicios de los 50s, 70s, 90s y en el segundo lustro de la primera década del siglo XXI.
No es necesario acudir a la política para explicar lo que sucede. La inversión se frena principalmente por decisión de las propias empresas y para ello habría que especificar sus determinantes. Esta se explica por los rendimientos esperados respecto del valor de la inversión (eficiencia marginal del capital) y de la tasa de interés. Con estos elementos, el futuro de la inversión privada y de la economía para el mediano plazo no pinta muy bien. La expectativa de precios de casi todos los productos mineros para el mediano plazo es en el mejor de los casos constante y tanto las tasas de interés como el precio de los bienes de capital irían hacia el alza.
Ya se ha planteado en varias oportunidades que en las condiciones actuales se requiere que las empresas flexibilicen sus expectativas de ganancias hacia la baja. Siguen ganando dinero, menos que antes pero por encima de los estándares internacionales. También tienen que diversificar más intersectorialmente. La pregunta es ¿por qué no difunden la verdad? Ellos presionan para obtener mayores beneficios para sus clientes y quieren reafirmar que los problemas no son económicos. Son incapaces de reconocer que el modelo tiene problemas endógenos que se retroalimentan por el shock externo y fallas en la política económica neoliberal.
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