(Diario Uno, 31/10/2016, p. 10)
Llamó la atención el artículo sobre los tecnócratas y la corrupción publicado el domingo en el decano de la prensa nacional. El tema tiene una elevada exposición luego de los audios del asesor presidencial en temas de salud, la creación de la Comisión de Integridad Presidencial y los decretos legislativos que se vienen trabajando. El hilo conductor del documento fue que a los tecnócratas les fastidia pensar en la corrupción, pero a su vez entienden que las normas para combatirla lo paralizan. El autor comentó que la corrupción que más irrita a los ciudadanos es la que tienen que sortear en su propia vida cotidiana, que fue provocada por la hiperinflación de los años ochenta y la que tiene más impacto político es la que afecta a las altas esferas del poder asociada a las compras militares, en obras de infraestructura y en la gestión de las empresas estatales.
El texto tuvo muchos sesgos. En primer lugar, pareció exonerar a los tecnócratas del fenómeno de la corrupción, cuando estos son copartícipes en la misma. En segundo lugar, vinculó a esta con un tipo de gestión económica más intervencionista y omitió lo que ocurre en regímenes más liberales o económicamente neoliberales. Se sumó a la campaña en contra de la Modernización de la Refinería de Talara cuando comentó que se trató de una licitación de postor único. En el proceso para seleccionar a su actual contratista Técnicas Reunidas participaron también el Consorcio JGC-Marubeni y Andrade Gutierrez-Techint-Foster Wheeler en 2009 y 2010.
Según Alfonso Quiroz la corrupción ha estado presente en toda la historia peruana. En la época republicana sus mayores niveles como porcentaje del PBI fueron entre 1820-1829 (6.1%), 1880-1889 (5%), 1970-1979 (4.9%), 1870-1879 (4.6%) y 1990-1999 (4.5%). Asimismo, las irregularidades se han producido en orden por las siguientes razones: (1) malos manejos de la deuda pública externa y local; (2) corrupción en la adquisición de armamento y equipos; (3) sobornos en los contratos del Estado con fines comerciales, obras públicas u otras adquisiciones; (4) pérdida de rentas debido al contrabando y (5) pérdida indirecta de inversión debido al clima general de soborno y corrupción.
La puerta giratoria y la captura regulatoria son los principales mecanismos de corrupción en los que han participado los tecnócratas de las últimas décadas. El soborno puede ser a la par del favor realizado o posterior con un empleo, contrato o regalo. La corrupción no hace distingos por género, edad, nivel, origen étnico, profesión u ocupación. Hubo corrupción en EE.UU. con los contratos de la Guerra de Irak y en los rescates bancarios de la crisis financiera internacional. En la China capitalista es un problema continuo que se castiga hasta con la pena de muerte.
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