(Diario Uno, 29/5/2015, p.10)
Se ha planteado que una institucionalidad adecuada es un factor importante para lograr tanto un buen desempeño económico como el éxito en la implantación de las diversas políticas públicas. Sin embargo, la versión de los economistas estándar alineados en el discurso neoliberal es que debemos centrarnos exclusivamente en el establecimiento de reglas e instituciones predeterminadas, para dejar que los agentes económicos actúen libremente. De esta forma, no caben propuestas de transformación alguna, ya que los arreglos institucionales establecidos deben ser suficientes para que todo vaya bien. En la práctica pretenden atar de manos al Congreso y el Poder Ejecutivo. Esta perspectiva es peligrosa para cualquier país, en particular los subdesarrollados.
Los que proponen esta visión no sólo están equivocados, sino que tienen una ideología económica liberal o defienden intereses. Ellos suponen que las reglas serán útiles para toda circunstancia y que no deben variar en el tiempo: mantienen el statu quo. Se olvidan que las instituciones surgen en condiciones históricas específicas, resultado de eventos internos o externos y que se concretan gracias a una correlación de fuerzas sociales y políticas predeterminadas. Sin embargo, hay que señalar que si bien pueden existir reglas e instituciones que deben permanecer en el tiempo, hay muchas otras que deben ser revisadas y analizadas cuidadosamente. Suponer que todo es inmutable es pensar que no hay problemas y que la democracia es irrelevante.
La institucionalidad garantiza continuidad, estabilidad y permanencia en el Estado y las políticas hasta que sean necesarios nuevos ajustes. Nada es permanente, incluyendo las reglas y las instituciones. La democracia genera rotación en el ejercicio de los poderes públicos y por tanto los cambios son parte de su quehacer cotidiano. Las instituciones y las organizaciones son hechas por hombres para los hombres. Siempre debe haber espacio para los cambios o ajustes que sean necesarios. Las propias normas deben establecer los mecanismos de ajuste razonables para que estos se puedan llevar a cabo.
La disciplina del análisis organizacional nos proporciona elementos prácticos para poder llevar a cabo el cambio en las organizaciones de la política económica. Lo primero por hacer es evaluar si las reglas, instituciones y organizaciones son suficientes y adecuadas para las actuales y futuras condiciones económicas nacionales e internacionales. Luego sigue la redefinición de objetivos, determinación de brechas de desempeño, realización del diagnóstico, definir propuestas y el plan de acción, anticipar y minimizar reacciones en contra, implantar y monitorear los avances. El protocolo para realizar los cambios es diferente de una organización a otra.
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