Germán Alarco
(Diario Uno, 4/5/2018, p. 10)
Acaban de publicarse los últimos resultados oficiales del Inei sobre pobreza y desigualdad. Los relativos a la pobreza reflejan un ligero incremento previsible. En el caso de la desigualdad estos son extraños, ya que el Gini se redujo de 0.44 a 0.43. Si se desacelera la economía las brechas entre los diferentes ingresos, sueldos y utilidades aumentan. Ambos resultados comparten en común que no reflejan la realidad. Lo importante hacia adelante es definir cuáles serían las políticas pertinentes. Algunos señalan que más crecimiento económico, otros más políticas focalizadas. Ambas respuestas son incompletas.
Se ha comentado muchas veces que los umbrales de ingreso para definir la pobreza (S/. 338 por persona) y pobreza extrema (S/. 183) no reflejan la realidad de los precios de las zonas urbanas. Quizás son relevantes para las zonas rurales. Por otra parte, el concepto de pobreza monetaria es insuficiente, ya que debería sustituirse por la pobreza multidimensional que comprende indicadores de las condiciones de alimentación (nutrición), vivienda, salud y educación de la población. Utilizando alguna de esta información la pobreza podría hasta duplicarse. En el caso del Gini los resultados omiten toda la información de los estratos de altos ingresos. Ajustando estos con diferentes metodologías el Gini se elevaría entre 0.62 y 0.65.
Erróneamente desde los sectores empresariales se afirma que sólo con más crecimiento económico se resuelve el problema. La inversión privada sólo explica un tercio de este, mientras que la mayor parte es por el consumo privado que no aumentaría si se precarizan las condiciones laborales. Olvidan que la inversión es ahora muy intensiva en capital, elevado componente importado y por tanto reducidos efectos de arrastre (o bajos efectos multiplicadores). Omiten que el cambio estructural y las nuevas tecnologías reducen cada vez más el contenido de mano de obra por unidad de producto. En el otro extremo las políticas focalizadas pueden ser útiles pero a la par sus costos marginales son crecientes, mientras que por ejemplo, las políticas universales en salud podrían ser más eficaces y eficientes.
Hay quienes plantean que promover mayor actividad minera reduce la pobreza. Quizás, pero marginal e indirectamente. En su fase pre operativa se genera empleo local a gran escala pero este prácticamente desaparece cuando se inician las operaciones productivas, ya que el reducido personal no es de la localidad. La gran masa de trabajadores debe regresar a sus actividades primarias (si lo pudiera hacer), mientras que en la zona se elevó el costo de vida. Ni empleo, mayores costos, más desigualdad y en algunos casos hasta deterioro del medio ambiente. La pobreza subiría en lugar de bajar a menos que el canon local pudiera revertir la situación.
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