19.1.15

Piketty en español

Germán Alarco

(Diario Uno, 16/1/2015, p. 9)


El capital en el siglo XXI de Thomas Piketty ya está circulando en español. Es un libro de lectura obligatoria no sólo para los economistas. Su gran aportación consiste en demostrar estadísticamente que el incremento de la desigualdad en la riqueza y los ingresos es la regla del capitalismo, la cual es una fuerza amenazadora para las sociedades democráticas. Se propone la reactualización del programa socialdemócrata (también lo llama Estado social) y de un impuesto mundial progresivo sobre la riqueza menor al 2% anual, pero superior para patrimonios por arriba de los 1,000 millones de euros. No obstante lo anterior, el libro falla en el marco teórico y es insuficiente tanto para explicar porque la desigualdad es un tema clave como en algunos análisis sobre la evidencia empírica.

Las explicaciones sobre Marx son escuetas, casi de igual dimensión que los espacios asignados a Ricardo y Malthus. El autor se guía por Kuznets quien midió la desigualdad en los años cincuenta del siglo XX. Keynes y Kaldor sólo tienen espacios equivalentes a notas al pie de página. Kalecki y todos los poskyesnesianos viejos como Garegnani y los jóvenes que siguen en la tradición que vincula la formación de precios, la distribución del ingreso, la demanda  y el nivel de producción no existen. Tampoco están los regulacionistas franceses como Boyer. No hay marxistas, ni neomarxistas que han trabajado y siguen estudiando teórica y empíricamente la evolución de la tasa de ganancia y las diversas modalidades de crisis: sobreproducción (subconsumo), financieras y la combinación de ambas.

La evidencia relativa a que la tasa retorno al capital (alrededor del 5%) es superior a la tasa de crecimiento económico explica la desigualdad y concentración creciente. La otra ecuación sobre la participación del capital en el ingreso es contable y la relación capital-ingreso parte de Harrod, pero es invertida por el autor asumiendo la perspectiva distributiva neoclásica de Solow. En realidad faltarían otras ecuaciones como las relativas a determinar la tasa de retorno y el nivel de actividad económica, que no deben ser exógenas.

El reducido marco teórico condiciona a que el autor plantee que la desigualdad es básicamente negativa porque afecta a la democracia. Se olvida del circuito económico de la desigualdad hacia el estancamiento económico y la erosión de la cohesión social. Sólo menciona marginalmente que la desigualdad puede afectar la apertura económica, las fuerzas de la competencia y la acumulación por el peso de la riqueza heredada (p. 519 y 644). Asimismo, sólo hay pequeñas referencias a que la desigualdad contribuye a debilitar el sistema financiero (p. 324), temas que ya han sido tratados por diversos postkeynesianos y neomarxistas.

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