(Diario Uno, 8/12/2017, p. 10)
El diccionario Oxford consagró a la postverdad (post-truth) como el neologismo del año a propósito del Brexit y del triunfo de Trump en 2016. Esta describe la situación en la cual, a la hora de crear y modelar la opinión pública, los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones y creencias personales. Según Wikipedia este concepto fue utilizado por primera vez en un ensayo del dramaturgo Steve Tesich en 1992 escribiendo sobre el escándalo Watergate, Irán-Contra y Guerra del Golfo. Este comentó que mucha gente ha decidido vivir en un mundo de la postverdad. Un término cercano consiste en afirmar que lo comentado es un lugar común: aceptado por la mayoría, aunque quien sabe si se trata de una verdad o mentira. Cuando dudamos de su validez afirmamos coloquialmente que se trata de una leyenda urbana.
Los grupos de poder económico y mediático locales han acudido a muchas postverdades, lugares comunes y leyendas urbanas para diagnosticar la realidad y promover un conjunto de políticas públicas que les resultan convenientes. La lista es larga; en algunos casos hay alguna información estadística que es maliciosamente aprovechada o a veces es una verdad a medias.
Afirmar que la inversión privada está en sus límites inferiores históricos es una expresión que se utiliza para recordarnos equivocadamente que esta variable es el único motor de crecimiento de la economía peruana. Luego, lo que procede es seguir incentivándola. Señalar que los sobrecostos laborales afectan la inversión privada y la producción nos debe recordar que la mano de obra es un insumo más y un costo de producción que se debe minimizar para elevar la contraparte de las ganancias. La tramitología peruana rebasa los estándares internacionales se usa para promover la desregulación al igual que cuando se alerta sobre el crecimiento de la informalidad por las exigencias al sector formal. Asimismo, se acompañan de otras mentiras relativas tales como que la presión tributaria del Perú es excesiva, al igual que sus niveles de endeudamiento, obviamente destinadas a promover la reducción del tamaño del Estado.
Otro lugar común consiste en señalar que la minería está frenada por los conflictos socio-ambientales, olvidándose que esta se acelera y frena principalmente por los precios internacionales. Se plantea también que este sector genera mucho empleo para insistir en que se mantengan y amplíen sus beneficios tributarios. Con el mismo objetivo se arguye que el gobierno anterior fue un quinquenio perdido para ese sector en particular. La defensa sin dudas y murmuraciones del modelo económico se realiza con la argumentación de que desigualdad y pobreza se ha reducido en las últimas décadas; mentira la primera y verdad a medias la segunda.
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